¡Estamos de cumple!
Recuerdo una comida familiar en Tordesillas, hace ya unos veintitantos años, cuando entre chuletita y chuletita de cordero imaginé en voz alta: “Me encantaría tener una tienda de decoración y moda que se llamara Lagasca“. Íbamos de vuelta a Galicia tras pasar las navidades en mi Madrid natal, y mi marido y mis dos hijos me miraron con cara de tener delante a una marciana. ¡Tal cual!
Yo por entonces estaba embelesada con el periodismo. Trabajaba en Vilagarcía, en una importante cabecera gallega, con el mejor equipo de redactores que me encontré en mi vida profesional; la primera. Investigar con ellos el narcotráfico en sus distintos niveles, sus consecuencias y los trajines que se traían entre manos, con ajustes de cuentas y balas perdidas en la noche; entrevistar a un Premio Nobel o a un cantante internacional, conocer a presidentes de varios países, cubrir elecciones o cruzar el Charco para informar de asuntos de Economía, no me podía cautivar más. Pero ahí, no sé porqué, empezó a anidar en mí el concepto de Lagasca.
Mercedes junior, mi hija y socia años después, daba entonces saltos impresionantes para hacer añicos con su diminuto pie (calza 35/36) ladrillos y tablones de madera. Practicaba Taekwondo con su hermano, estudiaba EGB, pintaba piedras que cogía en la playa para vendérselas a mis amigas o al que pasara por ahí. Con su eterna sonrisa dibujada en su cara de “manzanita” nadie le decía que no. De las piedras pasó a hacer con recortes de revistas unos billeteros ideales (que aún conservo) y a diseñar pendientes con estaño. Viajó sola a EEUU, Inglaterra… a familias en Gran Bretaña. Y un buen día se fue a Segovia a estudiar Audiovisual. La producción era y es su mundo. Y ese mundo se ampliaría poco después. Se casó con un guiri, luego vendrían Teo y Pierre, que me convertirían en abuela, muy a pesar de alguna amiga que me recomendaba encarecidamente que no me presentara como tal. ¡Ni caso!
El origen: Así nació Lagasca
Veintitantos años después de haber saboreado aquellas chuletitas de lechal Mercedes junior y yo, (desde ahora Mercedes senior) abríamos en Pontevedra, en febrero de 2013, las puertas de Lagasca, en un coqueto local de la rúa Sarmiento. Donde ahora está O Trago Largo, un interesante lugar gastronómico, que si sois gallegos lo conoceréis, y si no, ya tenéis otra excusa para visitarnos cuando esta vida loca que ahora nos ha tocado se normalice. Y digo bien, las puertas, porque abrimos un animadísimo día de Ravachol, en pleno carnaval, sin la luna de cristal que íbamos a poner a modo de escaparate. Eso llegaría semanas después. Mientras tanto, en un febrero gallego, de esos de humedad y de un frío pelón, dejábamos entrever, con los portones medio entornados, lo que podrían encontrarse los clientes que se acercaran al primer Concept Store que se abría en esta ciudad.

Lagasca en rúa Sarmiento
En esto de las ventas, habíamos cogido carrerilla antes, sobre todo yo, en el Mercadillo 5 calles, En Sarmiento 6 nos plantamos al lado de una pareja, Josecho e Iván, (hoy amigos del alma), que también vendía vintage, y nos fuimos empleando en conocer los secretos de este mundillo. Entramos a cañón con Chaneles, Diores, Manolos y demás joyas de la moda en mayúscula. También con muchos objetos de viajes, y tesorillos que fuimos pillando por el mundo adelante, nuevos o menos nuevos. El vintage era un concepto muy europeo y, quizás entonces, muy poco pontevedrés, por lo que a lo largo de los años fuimos puliéndolo mucho para que Lagasca pudiera seguir navegando.
Después llegaría Iria Piris a nuestras vidas, para sumar el Backstage al concept store de Lagasca. Nos fuimos a un localazo en Manuel Quiroga. Todo escaparates que sacaban a la calle nuestras joyas, nuestras peculiares decoraciones, y las manicuras y maquillajes que hacía Piris. Allí colaboramos también con Esdemga, la Escuela de Moda, y con sus excepcionales alumnos. Y nacieron conceptos como “lagasquer@s” o “perchollo“. Todo muy nuestro y ya también de nuestros clientes y amigos. Y nos despedimos con una closing party que hizo historia.

Apertura Manuel Quiroga
El empeño de estar siempre en la zona monumental de Pontevedra y una burocracia que nos aburrió, nos condujeron a nuestro tercer local. Una antigua discoteca, también en la calle Sarmiento, que bautizamos como Paso de Cebra. Una locura de esas de la que tuvimos que desistir. El entorno no puede ser más excepcional. Una joyita del barroco, pero poco movimiento comercial. Allí la colaboración entre Lagasca y Doppiache, la firma de bisutería de Cheché, una genial pontevedresa afincada en Madrid, se consolidó y creció hasta fundar ambas otra línea comercial de complementos MW El Toque, con una mini colección preciosa para esta primavera, que ya os presentaremos. Todo a su tiempo.

En Rúa Sarmiento
Y aquí estamos ahora, ocho años después, en los Soportales de la Herrería, un lugar espectacular y con historia. Con la vista puesta en seguir potenciando nuestra marca propia, Lagasca, y nuestras colaboraciones con creadores con un concepto tan sorpresivo y personal como el nuestro. Apostando con todas nuestras fuerzas en esta nueva etapa por la digitalización y la sostenibilidad como palanca de futuro.

El concept store de Lagasca en los Soportales de la Herrería
En definitiva y como hemos hecho siempre, seguimos la senda de dejar la máxima huella entre vosotros y la mínima posible en el planeta. Y con el inmenso placer de haber conocido a gente maravillosa, también en mi segunda profesión. Igual de bonita y estresante como lo fue la primera.
Si hay algo vital en la historia de Lagasca, eres tú. Tenerte al otro lado, deseando conocer todas nuestras novedades y piezas especiales, es el motor principal de todo lo que hacemos. Este año tan especial para nosotras, se va a convertir en un agradecimiento y celebración a lo grande. Porque así nos gusta hacer las cosas. Ya sabes, muy Lagasca Style. ¿Te unes a la celebración? ¡Cumplimos ocho años!

Clientas felices